25 abr 2010

Llueve con fuerza.

Las agujas de la Sagrada Familia de Gaudí apuntan a un cielo de hojalata.

Las gotas dibujan en la puerta del taxi el rostro tan amado, siente un bache

en el alma.

El pasado es como un baile de disfraces, se dice, tuve toda mi medida de dolor.

Llueve más ahora, y el recuerdo se empeña en sus cabriolas. Lo ve con los

sueños en la mano, naufragar en un mar de nada, retazos de sexo, amores malogrados.

Se fue quitando la infancia como un traje, de a pedazos.

Siente en la piel el eco de sus palabras, el suspiro gastado, sudor del miedo

multiplicado en infinito, ajeno a esta pena suya.

Abre la ventana, se asoma al principio de la noche. Ni esta lluvia ni ninguna

otra desdibuja el presente repetido. Sabe que no tendrá sosiego, una mezcla

interminable de sensaciones se conjura.

¿ Qué raíces de identidad ondulan en su ser?

una música azul

un sueño de quimera

un latido sensible

una mirada que busca su hueco en la ternura.


Baja del taxi y va a su encuentro sabiendo que la luz que-da siempre va

acompañada de sombra.

Teresa Durán Laserna       

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