Un sonido inunda el oído de la piel, el alma flota moteada de sombra,rojo terciopelo se descorre bajo la mirada que acaricia difusa luz,polvillo dorado. La música invade, penetra más y más hasta que de un cielo de estrellas brota la voz profunda, desciende la escalera y embruja misteriosa. Sutil desanda les ponts vieux de Paris,mientras en su lento transcurrir el Sena embarca una canción. Un cono luminoso enfoca su figura, titilan lentejuelas en su cuerpo enguantado, junco frágil que embelesa. Desgranan letras sus entrañas. El tiempo se suspende en acordes finalmente el aplauso estalla. Ella se inclina entre la niebla, recoge aromas de infinitas flores, junto a los ecos de su nombre Marguerite Margaux Marguerite Margot LLueve en Saint Germain. Mirada de recuerdo atraviesa el cristal,se pierde en las memorias. Otras gotas corren por los pliegues de la piel, con sus sueños en la mano retoca mechones entrecanos. Gimiendo su gemido despierta viejos retazos de vinilos la función vuelve a comenzar, renace el milagro:tajo del cuerpo resucitado en otro cuerpo, tejido al tapiz del tiempo, mientras sus ojos deshojan en el soplo de una pena,ese perfume que la nombra M a r g u e r i t e T.Durán Laserna